domingo, diciembre 23, 2007

CHILENOS


La primera vez que alguien me describió a los chilenos fue en un viaje de trabajo a la ciudad de Piura. Nuestro jefe conocía parte de Sudamérica y parecía conocer bastante bien el perfil de las personas de cada uno de los lugares que había visitado. Con formidable convicción solía describir en una palabra el perfil de mexicanos, brasileños, bolivianos, ecuatorianos, argentinos y chilenos. Luego pasaba a fundamentar con una sapiencia empírica cada una de sus afirmaciones. Fue en esa oportunidad que escuche decir que los chilenos eran “Estirados”. Todavía puedo recordar el gesto manual que acompañó esa afirmación tan contundente que no hubo necesidad de solicitarle una explicación más detallada.
Con los años esa percepción se mantuvo firme sobre todo por las constantes fricciones que de cuando en cuando reavivaban ese sentimiento repelente hacia todo lo que viniere del país del sur incluido su gente. Prejuicio tonto que la guerra con chile en el pasado y la disputa por la denominación del pisco, los libros no devueltos y la compra de Wong en el presente hacían mantener en muchos como yo ese sentimiento de animadversión
Sin embargo este prejuicio está a punto de ponerse en discusión a raíz que por esas circunstancias de la vida me encuentro compartiendo una velada con una pareja de jóvenes estudiantes chilenos en su mismo centro de operaciones: una vivienda de dos pisos en el distrito de Miraflores, en una calle paralela a la avenida Pardo.
La casa es una posada acondicionada para dar alojamiento a extranjeros que vienen a realizar estudios universitarios o trabajos de investigación. Por ello que cuando llego después de huir de una cena de fin de año bastante aburrida en el casino de Miraflores, encuentro además de la pareja de Chilenos a un joven francés, una peruana que al parecer era la que administra la posada y un amigo de la Universidad que lleva compartiendo con los chilenos una amistad de algunos meses. Los chilenos han habilitado la azotea de la casa para su celebración de despedida. Al día siguiente parten rumbo a Santiago a pasar las fiestas de fin de año. En la mesa puesta en el centro del patio hay algo de comida chilena que los mismos jóvenes han preparado: una ensalada de cebolla con tomate y un preparado de culantro, ají, cebolla china y algo de limón llamado “Pebre”.Este último se come con algo de pan que ellos han puesto dentro de una ollita de barro. A unos pasos hay una parrilla encendida donde el joven chileno se esfuerza por preparar unas brochetas de pollo, también al estilo del país del sur. Los jóvenes chilenos se esmeran en atendernos con entusiasmo. Nos invitan reiteradamente a deleitar los platillos que hay en la mesa. La chica chilena manifiesta que le preocupa sobremanera que sus amigos estén satisfechos cuando hacen una velada como esa. De todos esos platillos son las brochetas las que pruebo con cierto entusiasmo que luego desaparece. Y es cuando empiezo a extrañar la sazón de la comida peruana.
El trago no se hace esperar y hay en la mesa cerveza, ron, una botella de vino chileno y un pisco peruano que un chico acaba de traer recién del supermercado. No lo conozco pero después me entero que es barman y en algún momento de la noche me cuenta algo de su accidentado currículo vitae.
Empieza hacer frío y lo que traigo puesto no alcanza para sentirme cómodo en la azotea. Mi amigo de la universidad parece sentir lo mismo. Los jóvenes chilenos se dan cuentan y rápidamente nos ofrecen algo de ropa para abrigarnos, tratamos de decirles que no es para tanto, pero es demasiado tarde, su amabilidad los lleva a traerme un chaleco y una graciosa chalina que me pongo debajo del saco. Me ven y se echan a reír diciéndome que parezco un estudiante de filosofía de su país. Todo un intelectual que definitivamente no lo soy.
Las horas pasan y los efectos se hacen sentir en la conversación, la joven chilena es la que más habla durante toda la noche. Parece no tener reprobación en nada de lo que dice, aún con el novio al lado. El debe quererla mucho. Ambos dicen estar en desacuerdo con el matrimonio civil y religioso y piensan en una celebración alternativa de unión libre o algo por el estilo. Algo que definitivamente yo celebro. Horas después y tras los efectos del vino y la cerveza, salen a relucir algunos sentimientos patrióticos. La denominación del pisco, El Huascar , los libros no devueltos, la venta de wong y la celebración de las fiestas de fin de año en cada uno de nuestros respectivos países. Ellos nos reprochan lo “gringo” que es nuestra cultura navideña. Sobre todo del pavo y el chocolate. Del panetón reconocen que es más rico que lo que comen ellos allá. Me da risa sobremanera el personaje del “Viejito Pascuero” que es como se le conoce al papa Noel en Chile y que mi amigo de la universidad a bautizado burlonamente como el nombre de “Viejito Pajero”. Por momentos de la velada me quedo callado y noto que se preocupan de que me este aburriendo de su reunión, me lo hacen saber y les digo que esta todo bien, que lo disfruto escuchando. Lo cierto es que ya no tomo demasiado y por lo tanto no puedo compartir la efusividad que ha esas horas de la noche suelen provocar la variedad de licores en la mesa.
Son cerca las 5 de la mañana y le digo al chico chileno que me tengo que retirar a descansar. Que hace mucho frío y no me siento nada bién. Le pregunto si puedo acomodarme en unos de los sillones de su sala hasta que se aclare el día. Me acompaña y me sugiere que mejor agarre el cuarto de un alemán que ya no vendrá por razones que no alcanzo a entender. Le digo que no se moleste demasiado que puedo acomodarme bastante bien en los sillones. Me insiste y luego de cerciorarse que este cómodo se retira a seguir con su celebración. Entonces trato de descansar y no puedo evitar de pensar en la amabilidad de los jóvenes chilenos y lo equivocado que estado todo este tiempo. ¿Será posible tanta hospitalidad?. Los jóvenes chilenos piensan en un fututo venirse a vivir al Perú. No lo dicen pero sospecho que la informalidad de nuestra cultura los atrae. Creo que al final Richard otro amigo de la Universidad, no presente en la reunión, tenía razón. Los jóvenes chilenos no son tan diferentes a como yo los había imaginado.
Son las 6 de la mañana y tengo que ir a mi casa. Todos están en sus habitaciones durmiendo, mi amigo debe estar también en alguno de ellos. Me parece inoportuno interrumpirlos en sus siesta así que cojo un papel y un lapicero y les escribo un pequeña nota de despedida: Les agradezco por la hospitalidad y les explico el motivo de mi retirada sin avisar. Luego de firmar les deseo buen viaje y una feliz navidad con el “viejito pajero”. Dejo la hoja en la mesa de centro al pie de una vela y salgo de la casa. Hace mucho frío y me llama mucho la atención la cantidad de hojas secas que hay en las aceras de las calles miraflorinas.
A las 9 y media de la mañana suena el celular y entresueños logro contestar , una voz con asento chileno me pregunta del otro lado donde estoy. Es mi amigo de la universidad que ahora ya habla como chileno. Le digo que ya estoy en casa, que no se preocupe, estaban todos dormidos y no quise interrumpir por eso me fui sin avisar. Me despido y antes de volver a dormir pienso nuevamente en los chilenos, su hospitalidad, su acento contagiante y su comida desabrida. Sin embargo mi amigo es un buen tipo y pienso que después de los momentos malos que le a tocado vivir es bueno que se divierta con sus nuevos amigos. Aunque sean chilenos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, pero a pesar de la amabilidad siempre salen a flote las discusiones como las llama patrioticas, eso se debe a que la relacion Peru Chile aun entre gente civilizada estara marcada por el signo del conflicto aun por un tiempo mas prolongado, curiosamente no se detecta esa misma animadversion perenne o debates enter peruanos y ecuatorianos.

Anónimo dijo...

cuando me fui a estudiar a Lima mi familia tenia miedo de que los peruanos fueran "mala onda" conmigo por ser chilena...sin embargo creo que sucedió todo lo contrario. Creo que su machismo (eso de que te vayan de dejar a la casa en la noche, que te paguen la entrada al cine y la excesiva preocupacion)me terminó gustando un poco jaja entre otras cosas.
Han sido los mejores meses de mi vida.
Me alegro mucho de haber conocido a william y a sus amigos que son tan acogedores como él.
abrazos y gracias por compartir con nosotros nuestra despedida.