martes, febrero 20, 2007

EL CHICO NUEVO

Este año aperturamos un nuevo taller de Lectura, esta vez dirigido a adolescentes de 12 a 15 años. Lo hicimos porque en años anteriores sólo habíamos trabajado con niños de 7 a 10 años. Y ante la insistencia de algunos padres de familia nos arriesgamos a abrir un taller exclusivo para esa edad. A pesar que ninguno de ellos se ha inscrito al taller, sí lo han hecho otros chicos con los cuales hemos comenzado un camino que tendrá un recorrido de diez sesiones, en donde el objetivo primordial es acercarlos a la lectura y a los libros de una manera placentera.
Es la segunda sesión y ha ingresado un chico nuevo algo extraño. Lo veo por primera vez y lo noto algo esquivo. Es de complexión gruesa y cuando habla tiene algunos problemas de vocalización. Le tomo un pequeñísimo ejercicio de lectura que logra pasar a medias. Me interesa saber cómo va su proceso lector. Ahora ya lo sé y comienzo a preparar algunas estrategias para esta sesión. Los otros chicos del taller lo miran con curiosidad. Es normal cuando ingresa un chico nuevo.
Me siento en los cojines que he preparado en el piso. Les doy la bienvenida a todos incluyendo al chico nuevo. Entonces me sincero con ellos y les digo que el objetivo de los talleres es “pasarla bien”. Pero claro, no haciendo cualquier cosa, sino leyendo sobre temas que nos interese o se relacione con nuestra vida diaria. Ellos asienten, siento que gano algo de confianza y veo los primeros gestos de aprobación. Me interesa evaluar al chico nuevo. Su actitud me intriga. Aprovecho el momento para hacer un primer sondeo. Les pregunto cómo se enteraron del taller y quién los obligó a venir de ser el caso. Escucho con atención algunas intervenciones espontáneas. Creo sólo algunas. La experiencia me ha enseñado que más del 70% viene por obligación. Total, a quién en esta parte del mundo le gusta leer. El chico nuevo me dice sin desparpajo que no quería venir y que lo ha hecho por obligación, pero que hasta el momento las cosas están yendo mejor de lo que esperaba. Me quedo estupefacto, pero no lo hago notar. No sé si tomarlo como un cumplido o como un acto de las más barata sobonería escolar. Le doy las gracias, pero le advierto que no se la crea tanto que la sesión todavía no ha comenzado. Los chicos se ríen y ya se ha roto el hielo de la segunda sesión. Entonces ya podemos comenzar.
El tema ha agradado a todos, hemos hablado y leído acerca del “arroz chaufa”. Su historia, sus orígenes, su preparación, sus secretos. El libro “Los chifas en el Perú” de Mariella Balbi, me ha servido de mucho y a los chicos les ha encantado. No sólo porque descubrieron que el arroz chaufa es peruano , sino porque apreciaron fotografías de platillos verdaderamente Chinos que para todos eran totalmente desconocido. Antes de concluir la sesión hago un sencillo ejercicio. En unos papelitos les pido que escriban tres temas que quisieran que se trate en el taller. Algunos no entienden a la primera. Es usual. No están acostumbrados a elegir. Les pongo algunos ejemplos y se les hace más fácil. Las ideas comienzas a brotar de esas cabecitas casi virginales para el pensamiento libre y la expresión sin censura. Cojo alguno de ellos y alcanzo a leer; “cuentos de terror”, “el cristianismo”, “novelas mexicanas”, “biografía de cantantes” y luego uno que en letras paleográficas alcanzo a descifrar: TERRORISMO. Volteo automáticamente la hojita para saber de quién se trata y confirmo lo que mi cerebro en segundos acaba de intuir. Es Aldo. El chico nuevo.

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